8 de agosto de 2016

Testimonial: Me comí mi placenta

"Jenny, ¡eres una freak!", me dijo una amiga cuando le conté. Pero aguanta, no soy una freak. De tenerle asco a la idea, a literalmente ingerir mi placenta, he pasado por todo un proceso.

Wacala!" pensé la primera vez que lo leí. Aparte que el artículo tenía una foto bien gráfica de una placenta fresquita (ajjj, piel de gallina) en un tazón de plata. Pero sí me dio curiosidad. La maternidad y sobre todo, la lactancia, pusieron mi mundo de cabeza y me enseñaron que nunca diga nunca, y que en verdad hay varias perspectivas para todo.

Pero empecemos por lo básico. ¿Cómo me comí mi placenta? 

¿Qué es la placenta? La placenta es el órgano que en el embarazo conecta a la mamá con el bebé. Se empieza a formar al mismo tiempo que el bebé, y lo conecta a su madre a través del cordón umbilical. Se encarga de transmitir todos los nutrientes y oxígeno que necesita el bebé.

Placentofagia: es el acto de muchos mamíferos de comerse la placenta. Pero nosotros  también?! En mucho sitios es considerado un acto tabú; aunque es tradición en algunas culturas y partes del mundo, en nuestra sociedad no es común.

¿¿Por qué alguien se comería su placenta?? (como me dijo mi ginecólogo) La idea de todo esto es que la placenta es un órgano que se ocupa de mantener al bebé sano cuando está dentro del útero, y que está cargada de hierro y nutrientes ricos que son súper importantes para el bebé. En el parto sacamos al bebé, pero no nos damos cuenta de que estamos descartando a un órgano que supuestamente ya cumplió su función pero que podría todavía ser muy beneficioso para la madre (se supone). Escuché acerca de ingerir la placenta después de que nació el Ratón. Leí los blogs con experiencias personales de varias mamás que decían que les fue mejor en el post-parto: se sentían más fuertes, la recuperación fue más rápida, no tuvieron problemas con la producción de leche, no tuvieron depresión post-parto... 

Entré a investigar a Internet y existen muy pocos estudios científicos confiables que demuestran los beneficios de consumir la placenta - específicamente dicen que aumentan el nivel opioides en el cuerpo, lo que hace que se reduzcan nuestros niveles de recuperación post-parto = recuperación más rápida. Por otro lado, no pienso tener más hijos. Daño no me hacía, y en verdad tenía curiosidad probar en mí misma esto, así que dije ya pues, total, por último es un placebo y seré feliz.

Mi pomito con las cápsulas de placenta
La manera como se está popularizando esta práctica en el mundo occidental es deshidratando la placenta, moliéndola, y metiéndola en cápsulas que te puedes tomar, tipo vitaminas. Eso me parece mucho más digerible. Yo pensé que acá no se hacía hasta que en un baby-shower escuché que una chica contaba que acá lo había hecho, así que le pedí que me pase el dato.

Hablé con 2 personas que hacen este proceso. Una era más espiritual y lo enfocó por ese lado, y la otra tenía un enfoque más clínico. Ambas me parecieron buenas opciones - creo que depende mucho del estilo de cada una. Yo escogí a la que tenía el enfoque más clínico. 

Vino a mi casa y conversamos acerca del proceso. Había que informar al doctor y a la clínica para averiguar acerca de sus procedimientos, y para que a la hora del parto estuvieran preparados para recibir a la Placentóloga (y no boten la placenta). También decidí que iba a pagar en partes, así que todos los meses hice un depósito hasta el mes del parto. El día que empecé con contracciones le escribí y al toque ella salió para la clínica para esperarme ahí. No la ví hasta después, cuando ya estaba con el Cuy de regreso en el cuarto.

Los primeros 5 días me trajo un batido de frutas que tenía mi placenta mezclada. La concentración en estos batidos es mucho mayor. Esto era lo que más asco me daba, pensé que fácil tenía sabor a sangre o era gelatinoso (se me vienen las arcadas). Pero no, en verdad los batidos estaban de-li-cio-sos. También me entregó un pomo con la placenta deshidratada en capsulitas - en verdad, no saben a nada porque te los tragas con un vaso de agua, y parecen pastillas de maca.

Mi leche de color naranja.
Y luego llegó mi leche. Oh por Dios. Tenía tanta leche que no sabía qué hacer con ella. Tenía que sacarme la leche 3 veces al día aparte de todo lo que tomaba el Cuy. Y la leche salía de color naranja (ya no era calostro). Me sobraban 24 onzas de leche diarias.

Lo que sí es verdad es que no me sentí abrumada después de dar a luz (que con 2 era algo que me daba miedo). La recuperación fue rápida y no me sentí deprimida ni llorosa.  Y tenía leche a borbotones. Todo esto puede ser una consecuencia natural de la individualidad de cada parto, pero si me lo preguntan, yo lo volvería a hacer feliz. Creo que fue algo positivo y anecdótico - es más, me da pena no haberlo hecho con el Ratón.

Les dejo el dato por si todavía están leyendo y no piensan que soy una loca: la placentóloga se llama Romy y pueden escribirle a informes@mammalia.com.pe . Su Facebook es Mammalia y ella también da charlas acerca de esto en el showroom de La Casa de la Tata

¿Alguien se animaría? ¿qué piensan? ¡me cuentan!

Jennyrella

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