18 de abril de 2017

Testimonial: Cuando tienes que cortarte la leche

Este testimonial es de mi querida amiga, D. 

D accedió a contar su historia para el blog, porque poder dar de lactar y tener que contar tu leche es algo que le pasa a muchas mamás, y no todas tienen una oportunidad de compartir sus experiencias. Espero que les guste este testimonial que ella ha preparado con mucho cariño.

Antes de que naciera mi primera hija, Rafaella, tuve mucho miedo a la cesárea, a la epidural y a la sala de operaciones; cuando se lo conté a una amiga me dijo: "Eso es lo de menos!  Prepárate psicológicamente para la lactancia", pero no le di importancia.


Di a luz y cuando me tocó dar de lactar viví una experiencia traumática y súper difícil, y por lo mismo, no pude sobrellevarla. 

Tres años, después durante mi segundo embarazo, sólo Dios sabe cuánto quería dar de lactar y me preparé muchísimo: vi videos en YouTube, leí muchos artículos y prácticamente hice yoga. Tuve una súper almohada de lactancia, cremas especiales por si me daba mastitis y todas las ganas del mundo.

Fue una cesárea difícil pues formé miomas de casi 18cms y por eso la recuperación fue muy dolorosa, pero nada pudo impedir disfrutar el maravilloso primer momento de ver a mi bebito alimentarse de mí. Fue simplemente sublime. 

Lamentablemente a las dos semanas me dió mastitis y no quería ni verlo! Sufría con cada succión! Sentí que le iba a agarrar cólera porque me pedía leche cada hora y media! Tuve que recurrir al extractor, antibióticos y voilá! Santo remedio. 

Retomé sin problemas la lactancia y cuando pasaron 4 meses empecé a toser por las noches. Era una tos seca y rara. Fui al neomólogo y sólo me recetó un jarabe natural que no me hizo ni cosquillas. Cada noche la tos aumentaba y presentí que no era normal pero antes de pensar en mí,  pensé en mi bebito y aguanté dos meses más para poder cumplir con los 6 meses (de rigor) de lactancia exclusiva... 

Saqué cita y a los días temblaba sentada en el consultorio de la neumóloga (fui a otra que me recomendaron) y sus palabras las recuerdo perfectamente: "Definitivamente tiene asma, busque una formulita para su bebé porque tiene que dejar la lactancia".

Tremendo taladro al corazón. Felizmente fui con mi papá quien me ayudó con el bebé porque yo iba en automático, totalmente en shock.

No sólo tenía asma sino una severa rinitis alérgica que podía afectar al bebé pues debilitaría su sistema inmunológico. Llamé a mi esposo llorando y él me dijo que debía estar tranquila porque para que mis hijos crezcan sanos YO debía estar sana primero, pero nada me consoló en ese momento. "Toma tú la decisión" me dijo.

Tanto esfuerzo, tanta preparación, tanto dolor para lograr algo tan importante y de un momento a otro todo al agua.

No tomé las medicinas que me recetaron... Pasaron dos días y recién me animé a llamar a mi pediatra quien me dijo que no tenía nada que ver una cosa con la otra y que ella no creía necesario parar la lactancia. Gran confusión. Para nosotros la palabra de la pediatra es ley pero quién era la experta en ese momento? La neumóloga o la pediatra?


Llamé a mi mami. Pegó el grito en el cielo y después de mil preguntas me dijo: "Decide tú hijita, ya el bebé está grande y dentro de poco empezará a comer y te necesita sana".


Empecé a extraerme leche, pasé horas pegada al extractor, día y noche. Necesitaba almacenar leche "limpia" y mientras lo hacía se me salían las lágrimas... Veía a mi bebito y me sentía terrible. Una sensación de culpabilidad me invadió y me sentí la peor persona porque no me supe cuidar lo suficiente como para evitar enfermarme. Sentí que le había fallado y retrasé el corte lo más que pude pero mi tos empeoraba día a día... "Te estás incendiando por dentro, tienes que medicarte" me dijo la neumóloga. Así que lo hice, no podía alargarlo más.


Ese último día de lactancia mi esposo se fue al parque con mi hija para quedarme sola con Luis Mateo.

Justo tocaba la toma de las 4pm. Preparé 2 onzitas de fórmula para alternar y ver si la rechazaba o no! Me alisté, me acomodé en la mecedora y fue como si mi bebito supiera lo que iba a pasar; le ofrecí el pecho y me regaló la mirada más tierna que amé al instante. 
Fue mágico, esa conexión mamá - hijo es indescriptible, fue un momento tan íntimo, tan nuestro, tan puro que me estremece recordarlo. Tomó mi leche y la fórmula y no pasó nada.


Sin embargo, tuve sentimientos encontrados totalmente porque mi hijo es mi novio y sentí que terminaba una relación con él. Me sentí desolada, descorazonada y pensé que tal vez "no había dado la talla" y no dejé de llorar. 

Llegó mi esposo, me dejó sola y eso me ayudó a pensar. A lo lejos escuché las risas de mis dos hijos y sentí que estaba haciendo un buen trabajo con ellos.



Gracias al Cielo las siguientes tomas fueron normales porque no rechazó la mamadera ni la fórmula.



Al día siguiente por alguna razón, Luis Mateo estaba inquieto, le ofrecí juguetes, chupón, brazos, pero nada lo calmaba. Hice trampa y le ofrecí mi pecho y ... lo rechazó. Y se calmó. Esa fue mi señal. A sus 7 meses él también estaba preparado para dejar de lactar; nos abrazamos y jamás se lo conté a nadie.



Pasaron los días y de alguna manera sentí alivio. Dar de lactar es maravilloso pero esclavizante a la vez, así que al dejar la lactancia pude ofrecerle más tiempo a mi hija mayor de 4 años.



Hoy Mateito tiene 1 año y 5 meses y está sano y es feliz. No debemos caer en creer todo lo que está escrito. Sigamos nuestra intuición de mamá porque es la mejor consejera. 


Tal vez como dijo mi pediatra, tener asma y dar de lactar pueden ir de la mano sin ser dañino para ambos. Pero pienso también en la recomendación de mi neumóloga quien dijo que era hora de pensar en mí como ser humano, no como mamá; las desveladas en las noches, el desabrigarme el pecho para dar de lactar, iba a enfriarme y desgastarme y aunque muchos piensen que debí sacrificarme más por él, hoy siento que tomé la mejor decisión. Mi asma está controlada y mis hijos viven felices.

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