Lo que más me chocó de la maternidad, fue darme cuenta de que las mamás sacan fuerzas de donde no tienen. Que tenía la voluntad para hacer cosas que soltera o sin hijos, no hubiera hecho jamás.
Recuerdo que estaba tan física y mentalmente destruída por lactancia materna exclusiva, que no podía mantener el hilo de una conversación. Y a medida que se acercaba el fin de licencia, pensaba "No voy a poder trabajar. No voy a poder levantarme ese día tempranazo. No voy a poder manejar por la carretera, fijo me voy a estrellar." Y llegó el día: me levanté, alisté todo y me fui a trabajar. Trabajé todo el día. Volví a la casa. Y cuando volví y terminé de hacer todo y me fui a acostar, no lo podía creer: lo había hecho, y lo había hecho bien. Por muy destruída que estaba igual saqué fuerzas de donde ni sabía que existían, e hice lo que tenía que hacer. Y me sentí sorprendida y un poco entristecida y un poco empoderada: las mamás de verdad, tienen súper poderes.